21.3.10

La magia de un beso


Bastó que llegaras para que me encantaras. Estuviste muy callado y yo muy avergonzada, pero nuestras miradas, al encontrarse, se enamoraban una y otra vez. Eras un mar por el que tenía que navegar, un bosque que tenía que explorar sin perderme o, de lo contrario, no me encontrarías. La gente fue desapareciendo y nosotros nos fuimos acercando. Para cuando nos sobraban las palabras debías marcharte, mi corazón se llenó de penas y de dolor. Cruzamos las puertas del ascensor, y al parecer todo debía pasar en solo cinco pisos. Unas últimas palabras y un abrazo. En medio de aquel separamos nuestras cabezas y ya no había que esperar nada más del otro; me besaste como hace mucho nadie me besó, fue tan intenso, tan hermoso...tan mágico. Al parecer tu lengua inquieta rozó la mía y es hasta hoy que recordar todo aquel momento me produce un cosquilleo en la panza. Pero solo fueron cinco pequeños pisos, poco para nosotros. Si tan solo hubieran sido mil pisos, quizá las cosas se hubieran dado de otra manera. Sin embargo tu beso quedó pasmado en mis labios y en mi corazón y ahora no puedo sacarte de mi mente, por más que yo quiera, no lo haré por la simple razón de que te amo.

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