15.1.12

"Él era como el sol, era su sol. Por las madrugadas se asomaba por su ventana y la pasaba a buscar. La llevaba a los lugares más maravillosos, siempre tenía algo nuevo para mostrarle y era el momento de la jornada donde todo dentro suyo se llenaba de luz, la soledad se alejaba y las lágrimas no tenían por dónde salir. Sus ojos y su sonrisa le iluminaban el mundo y nada podía hacerle daño.
 Sin embargo, por las noches desaparecía (tal como el sol) y no había forma de encontrarlo, no contestaba sus llamadas ni tampoco los gritos de su corazón que le reclamaban como su único dueño. Entonces la soledad aparecía, envolviéndola en pensamientos horribles.
 Con el paso del tiempo su sol empezó a apagarse y él dejó de visitarla. Le dio lugar a la luna y a la oscuridad que se apoderaron de ella. Todo se tiñó de blanco y negro, comenzó a sentir que el pecho le quemaba y trataba de arrancárselo. Sus llantos seguían aún cuando se quedaba profundamente dormida en su eterna noche, llena de horribles pesadillas. 
 Se preguntó una y otra vez qué había pasado, porqué él ya no disfrutaba de estar a su lado, porqué dejó de brindarle sus brazos como refugio o sus besos como medicina, hasta que un día como por arte de magia, lo entendió y se hundió en ella misma:
Él le estaba haciendo de sol a otra."

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